jueves, 7 de mayo de 2015

Museo Centro de Artes Colonial


Museo Centro de Artes Colonial 


UBICACION:  Calles Cuenca y Mejía, esquina

HORARIOS DE ATENCION: Martes a Sábado de 09h00 a 13h00 y de 14h00 a 17h00

TARIFA DE INGRESO: Extranjeros $ 2,00, Nacionales $ 1,00, Estudiantes nacionales y extranjeros, Personas con Capacidades Especiales, Tercera Edad $ 0,50, menores de 12 años entrada libre. Descuentos a estudiantes extranjeros con tarjeta internacional.





El Museo de Arte Colonial fue creado como colección permanente en 1914 por el entonces Ministro de Educación Manuel María Sánchez, ubicándose en la casa que mantenía la Escuela de Bellas Artes en el parque de La Alameda.

Posteriormente el Museo se trasladó al foyer del Teatro Sucre en donde funcionó hasta 1938, movilizándose posteriormente a la quinta presidencial. En 1943, por Decreto Ejecutivo del Gobierno Nacional se adquiere la casa del Dr. Ángel Sáenz en donde comienza a funcionar el Muse, con la categoría de Nacional. En 1948, luego de la creación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, se adscribe el Museo a la Institución.

Al empezar su vida como parte de esta entidad cultural, se constituyó en el centro intelectual de la urbe quiteña y en sus salas se realizaron las exposiciones temporales más importantes de la época, tanto a nivel nacional como internacional; varias veces sus espacios fueron la sede del Salón Mariano Aguilera

La casa está ubicada frente del Convento de la Merced, en el sector de los tejares, en la calle Cuenca, conocida también como del Cajón de Agua. Originalmente la casa ocupó una mayor extensión, dividiéndose en el siglo XIX en dos propiedades.

El museo cuenta con siete salas permanentes y cuatro salas de exposición temporal.

El museo posee la mayor colección de miniaturas en pintura y escultura del país, de origen asiático y nacional, que datan de fines del XVIII y comienzos del XIX, muchas de ellas trabajadas en marfil, tagua, corozo y madera. Cuenta entre sus bienes patrimoniales con piezas de orfebrería elaboradas en el período virreinal y cerámica quiteña producida en el último cuarto del siglo XVIII.

Custodia también un interesante mobiliario, conformado por escritorios, arquillas, baúles, sillones fraileros, etc; elaborados con las técnicas de la taracea y marquetería en marfil, concha nácar, carey y madera y otros objetos decorados con la técnica del barniz de Pasto. 

Este mobiliario perteneció al Palacio Nacional y fue donado al Museo por el Presidente Galo Plaza Lasso.

El Museo gira sobre la Vida y el Arte en el Quito de la época virreinal; se analiza la ciudad y sus vivencias en ese período, cuyo eje dinamizado de la sociedad y el arte es la marcada religiosidad de la época, expresada en sus costumbres, devociones y festividades.

SALA 1: Siglos XV y XVI periodo particularmente difícil para nuestras etnias aborígenes que sufrieron dos conquistas casi al unísono; primero la incaica y que dejo profunda huella en lo político-social y manifestaciones culturales de entonces y de inmediato, la llegada de los españoles protagonizó una serie de convulsiones y enfrentamientos feroces entre aborígenes e incas y entre incas y españoles y españoles entre sí.

SALA 2: EN NOMBRE DE LA FE: Junto con los conquistadores en busca de nuevas tierras y riquezas, vinieron los misioneros católicos en busca de almas para la iglesia en una titánica lucha de evangelización para desterrar la religiosidad andina enmarcada en una profunda cosmovisión tejida en la observación de la naturaleza.

SALA 3 Doctrinas y Doctrineros: Los monjes de las órdenes llamadas mendicantes fueron los primeros en llegar y establecerse en América: Franciscanos, dominicos y mercedarios posteriormente los jesuitas, inician la titánica labor de evangelización a través de las conmovedoras imágenes que se traían de Europa en libros, grabados estampas etc. 


SALA 5 EL HOMBRE TRAS LA OBRA:  obras muchas de ellas anónimas que es la característica distintiva más noble del arte colonial quiteño y que no la debemos soslayar, pero también tenemos obras de las que se tiene la certeza son de los grandes maestros de ese tiempo como Miguel de Santiago, Manuel Samaniego, Caspicara, Pampite, Bernardo Legarda, etc. Quito en un momento dado, es reconocida internacionalmente como la ciudad de espléndidas iglesias y conventos, esculturas exquisitas y pinturas excepcionales, la fecundidad de la producción, la línea estilística, donde se marca el sello de nuestra identidad mestiza, la hacen única; sin embargo, notabilísimos investigadores e historiadores de Arte dudan de la existencia de una “Escuela Quiteña”.

SALA 6: ENTRE LO EUROPEO Y LO ABORIGEN: La pintura en el Ecuador no tuvo precedentes en lo aborigen, es un reflejo de la europea, en base de lo cual el criollismo creó ciertos caracteres en la representación misma de las imágenes sagradas y desarrolló un arte popular. En la escultura se introduce follajes ornamentales en retablos y fachadas, en frescos y frisos se ven cestos, compoteras, piñas, palmeras, chirimoyas, hojas de tabaco, cacao, etc., que se confunden con las frutas europeas aclimatadas; deslizan de contrabando llamas, tucanes, picaflores y otros animales del medio.

SALA 7- 8: SOCIEDAD QUITEÑA: La Colonia es el entorno del enfrentamiento de dos culturas; la capacidad expresiva del atuendo nativo se fue diluyendo en la medida que iban adoptando el vestido español, se empobreció en tanto que en España se hacía más rico con los metales y piedras preciosa llevadas de América, la imposición de los valores del vestido español, aún en contra del sentido de lo práctico, fue la expresión del poder y dominación colonial; así, el incipiente concepto de “moda” creada para los poderosos, nobles y aristócratas hizo que lo hispánico fuera signo de calidad, distinción y prestigio

SALA 9: LA FIESTA BARROCA: La afición de los nativos a las celebraciones fue aprovechada por los misioneros en su labor evangelizadora, los religiosos, con el objetivo de hacer atractivo el cristianismo, rodearon de solemnidad la simple catequesis y culto cristiano. Coros de niños amenizaban y realzaban con sus cantos e instrumentos musicales los actos de la liturgia. Las procesiones eran frecuentes y las festividades religiosas y patronales, se convertían en auténticos festejos repletos de colorido y suntuosidad